miércoles, 30 de junio de 2010

CANONICEMOS A LAS PUTAS


Das al placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.

No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.

Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.

Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.

En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.

Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y de los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de ti todo el tiempo.


JAIME SABINES ( México, 1926-1999)

martes, 29 de junio de 2010

EL LLANTO ES NUESTRO


- Españoles:
el llanto es nuestro
y la tragedia también,
como el agua y el trueno de las nubes.
Se ha muerto un pueblo
pero no se ha muerto el hombre.
Porque aún existe el llanto,
el hombre está aquí en pie,
en pie con su congoja al hombro,
con su congoja antigua, original y eterna,
con su tesoro infinito
para comprar el misterio del mundo,
el silencio de los dioses
y el reino de la luz.
Toda la luz de la tierra
la verá un día el hombre
por la ventana de una lágrima...
Españoles,
españoles del éxodo y del llanto:
levantad la cabeza
y no me miréis con ceño
porque yo no soy el que canta la destrucción
sino la esperanza.


LEÓN FELIPE

miércoles, 16 de junio de 2010


" No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso si! - y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡ pierden el tiempo las que pretenden seducirme!

Está fue - y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.

¿Que me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Que me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronostico reservado?
¡ María Luisa era una verdadera pluma!

Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres...

¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡ María Luisa! ¡María Luisa!...y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte.

Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrisaje forzoso de un espasmo.

¡ Que delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes...la de pasarse las noches de un solo vuelo!

Después de conocer a una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay una diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo?

Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando. "

OLIVERIO GIRONDO

" Hoy es el día más hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obstáculos más grandes, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo más fuerte, el miedo al poderoso y a nosotros mismos; la cosa más fácil, equivocarnos; la más destructiva, la mentira y el egoísmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos más peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones más gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposición para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que estén."

MIGUEL DE CERVANTES
DON QUIJOTE DE LA MANCHA (FRAGMENTO)
FOTOGRAFÍA: DIEGO ESCORIZA

lunes, 14 de junio de 2010


“Siddharta reflexionó mientras caminaba lentamente. Se dio cuenta de que ya no era un joven, sino que se había convertido en hombre. Sentía como que algo le había abandonado, como la vieja piel desampara a la serpiente; comprendió que algo ya no existía en él, algo que siempre le había acompañado y que había sido parte de su ser durante toda su juventud: el deseo de tener profesores y recibir enseñanzas. Incluso había abandonado a Buda, el último profesor que se cruzara en su camino.

Pensativo, Siddharta caminó aún más lentamente, mientras se preguntaba a sí mismo:

“¿Qué has querido aprender de las doctrinas de los profesores? ¿Qué es lo que ellos no han podido enseñarte, a pesar de lo mucho que te han ilustrado?”

Y se contestó:

“Era el yo, cuyo sentido y carácter quería comprender. Era el yo, del cual me quería liberar, al que quería superar. Pero no lo conseguí, tan sólo quería engañarlo, únicamente podía huir de él. De ninguna otra cosa del mundo sé tan poco como de mí, de Siddharta”.

El pensador se detuvo dominado por estas ideas; de pronto, saltó de este pensamiento a otro, uno nuevo que decía:

“Únicamente hay una causa, una sola causa que explique por qué no se nada de mí, que Siddharta me sea tan extraño y desconocido: ¡Yo tenía miedo de mi mismo, huía de mi mismo! Buscaba al Atman… Estaba dispuesto a destruirme para encontrar la esencia, la incógnita, el núcleo de todo, el Atman, la vida, lo divino, lo último. Al hacerlo, me perdí a mi mismo”.

Lo mejor para entender la vida es aprender de nosotros mismos, ser nuestros propios discípulos, conocernos, interiorizarnos en el misterio de cada uno de nosotros.”

HERMAN HESSE
SIDDARTA (FRAGMENTO)
FOTOGRAFÍA: PATRICIO HIDALGO

miércoles, 9 de junio de 2010



"En la terraza de un café hay una familia gris. Pasan unos senos bizcos buscando una sonrisa sobre las mesas. El ruido de los automóviles destiñe las hojas de los árboles. En un quinto piso, alguien se crucifica al abrir de par en par una ventana.

Pienso en donde guardaré los quioscos, los faroles, los transeúntes, que se me entran por las pupilas. Me siento tan llenos que tengo miedo de estallar... Necesitaría dejar algún lastre sobre la vereda...

Al llegar a una esquina, mi sombra se separa de mí, y de pronto, se arroja entre las ruedas de un tranvía."

OLIVERIO GIRONDO