Mi aliento avasalla tu rostro.
Asustados, se humedecen tus ojos,
aureolados de luces repetidas
en repetido gesto.
Se me acaban las uñas, los dedos sin pellejo
dejan rastros de sangre sobre el tenaz remedo.
Frías gotas de luz empapan mis cabellos,
busco el espacio esquivo, vulnerable al asedio
y el cristal me enceguece con mi propio reflejo.
Yo lo sé,
hay un algo insondable que aguarda en el reverso:
losa oscura sin huecos tupida de secretos.
Ansiosa busco
un desgarro en tu costra
para verme por dentro.
MAYBELL LEBRÓN
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