A las puertas de un siglo,
dos mil años después de los milagros
seguimos repitiendo las parábolas
y por el mismo camino, seguimos caminando.
dos mil años después hemos probado todo:
peeling, liposucción, bisturí mágico
que retrocede el tiempo sobre la piel
y la carroña que por dentro llevamos.
nadie ha inventado la cura milagrosa
para limpiar las manos de aquel que vende muerte
vestida de etiqueta en papelitos blancos.
Y el verdadero Dorian que vive en nuestro pecho
se sigue alimentando...
Conocimos la luna y fuimos más allá
pero aún no sabemos de donde es que venimos
ni para donde vamos.
Dos mil años después seguimos como entonces
Esperando...
MARÍA CRISTINA ORANTES
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